ASOCIACIÓN CATALANA DE SOCORROS MUTUOS MONTEPIO DE MONSERRAT
La Asociación Catalana de Socorros Mutuos Montepío de Montserrat fue fundada el 1º de enero de 1857. Es la Entidad catalana más antigua de la Argentina y la segunda de la Cataluña exterior, sólo precedida por la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña de la Habana, Cuba.
En respuesta a la convocatoria publicada en algunos diarios de la época -“El Nacional”, “El Orden” y “La Tribuna”- un gran número de naturales de Cataluña e Islas Baleares residentes en Buenos Aires se reunió en los salones del “Teatro del Porvenir”, en la calle Piedras 15, con el fin de concretar la idea de fundar una asociación de socorros mutuos reproduciendo los lineamientos más significativos de las que habían conocido en su país de origen.
En la asamblea se discutió el primer reglamento, decidiéndose a la vez que la institución tomara el nombre de Montepío de Montserrat por el significado que la palabra Montepío tenía en Cataluña y por el recuerdo de la montaña del mismo nombre.
Un año después de la fundación, se arrendó un terreno con capacidad para dieciséis sepulturas en el cementerio del Norte (actual Cementerio de la Recoleta) y allí se levantó el primer panteón. En el año 1899 se trasladó el Panteón al Cementerio de la Chacarita, donde se conserva actualmente como una de las edificaciones más destacadas del citado cementerio. La dirección técnica de los trabajos de construcción de la Capilla fue confiada al escultor Torcuato Tasso Nadal. El altar tiene una recreación de las montañas de Montserrat, hecha con piedras traídas desde la propia montaña en Cataluña.
En 1907 el terreno donde se levanta el Panteón fue otorgado a perpetuidad al Montepío de Montserrat, quizás en reconocimiento por que la entidad prestó un paño mortuorio, especialmente hecho y bordado en Cataluña, para las exequias del Ministro de Guerra y Marina de aquel tiempo, Adolfo Alsina, descendiente de catalanes por cierto.
En 1939, allí fueron inhumados los restos de Pere Coromines, súbitamente muerto poco tiempo después de exiliarse en Buenos Aires. Se conservan fotografías de su hijo Joan rindiéndole homenaje delante de la capilla del Panteón. Después de tener la sede establecida en la calle Chacabuco 875 (compartida con el actual Casal de Catalunya), y posteriormente en la calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen), finalmente en 1941 se trasladó al inmueble adquirido en la calle Misiones 139/141/143/145.
En el Nº 141 actualmente funciona una oficina administrativa, mientras que el resto de salas y consultorios han sido alquilados a una empresa de servicios médicos, habiéndose reservado el Montepío el uso compartido de un consultorio y de un baño. El Nº 143 está alquilado a un gimnasio al que los socios pueden concurrir con tarifas preferenciales. Por los números 139 y 145 se accede a la planta alta de ambas propiedades. En la parte del frente se encuentran dos unidades de vivienda hechas a nuevo. Una está alquilada y la otra todavía no. El resto de la planta alta tiene una importante cantidad de habitaciones y salas, algunas ya rehabilitadas, que junto con las que aún no lo están, pueden ser un buen vehículo de crecimiento para la Entidad, de cara al futuro. A lo largo del siglo XX, especialmente alrededor de los años cincuenta, sesenta y principios de los setenta, el Montepío asumió un nivel bastante elevado en materia de prestaciones médicas, recibiendo sus socios protección prácticamente integral, incluyendo internación y cirugía.
Los problemas económicos sufridos por la Argentina a finales del siglo pasado determinaron la necesidad de reformar el estatuto, pasando, desde el año 2002, a brindar servicios de medicina exclusivamente ambulatoria, incluyendo emergencias. Esta forzosa limitación de las prestaciones médicas ha significado un incentivo para encarar otras actividades de carácter cultural y social, dentro del marco de la difusión de la cultura catalana, uno de los objetivos societarios del estatuto. De ello fueron ejemplos la biblioteca, que fue agrandada y trasladada a una sala especial, las clases de catalán y algunos servicios de turismo con el soporte de otra Mutual dedicada específicamente al tema.
La Comisión Directiva y la Junta Fiscalizadora tienen 9 y 3 miembros respectivamente. Son elegidos en la Asamblea anual por un período de tres años, no pudiendo ser reelectos hasta un año después de haber finalizado su mandato. Todos los cargos son estrictamente “ad honorem”. Las actividades de la Entidad han estado y están, entonces, asentadas en los dos pilares básicos que previeron los fundadores: el mutualismo y el mantenimiento y la difusión de la cultura catalana. Gracias al respeto de estos principios por parte de los dirigentes que han tenido la tarea de conducirlo durante estos primeros 155 años, el Montepío de Montserrat es hoy un ejemplo para toda la colectividad. Dicho esto, cabe reflexionar sobre el gran desafío que implica la adaptación a tiempos y situaciones cambiantes, para asegurar su supervivencia y crecimiento.